Sentado en el sillón de la cocina, el piso brillante me muestra el reflejo de las cosas.
La mesa, el hervidor, tazas de café, incluso refleja el techo. Todos en una especie
de mundo paralelo cercano, muy cercano.
Y es increíble, ese mundo está ahí,
lo veo, pero no lo puedo tocar.
Sería todo tan diferente si en vez de estar aquí, estuviésemos ahí.
Tu en tu reflejo, yo en el mío, sin preocupaciones. Tan solo
mirándonos hasta que la noche dicte lo contrario.
Y si alguna vez tenemos un reflejo de problema, de nada nos debería preocupar,
pues es al otro lado del piso en donde las sensaciones se sienten, en donde
la vida cuesta.
Me veo tan triste en ese sillón.
Qué suerte tengo de estar a este lado del caos:
Acá la vida es solo un reflejo.